La vida en suspenso, jornada 45

¡Kim se divierte, y fuma!
Lunes 27 de abril

Quizá la realidad ha sido siempre distópica y solo ahora me he dado cuenta; desde luego no deja de dar motivos, tanto dentro como fuera de los límites del confinamiento.

Los reyes acuden a la sede del 112 enmascarados, usan la preceptiva mascarilla quirúrgica —insuficiente, asegura mi farmacéutica; ella aún no dispone de existencias, me anota en una lista: de haberlo sabido hubiera facilitado también los nombres de sus majestades; total, a mí que me cuesta—, de color verde: aunque ese modelo evita contagiar pero no ser contagiado; si lo he entendido bien, se protege a los demás del aire exhalado, pero no se queda protegido del inhalado. Qué lío. Nuestros monarcas son así, despreocupados, dieron unas palabras de aliento —protegido—, y, siempre presuntamente, cambiaron la verde por la máscara FFP1, 2 o 3, retirándose después a sus palacios de primavera. Al menos dan la cara, no como otros. ¿O es que alguien ha visto a Jong-un recientemente? Nadie sabe de él en estos tiempos coronados: ni su hermana Yo-Jong ni su hermano Jong-nam (todos de nombre Kim) ni siquiera su “primo” Donald, Trump. Se ha esfumado. Parece ser que tiene problemas con el “fumeque” (grande Paco Rabal, ¡Juncal, matador de toros!) y el sobrepeso. Esto le afecta las vías coronarias —otra vez— y estando todos confinados no puede realizar pruebas balísticas, que es lo que a él le gusta hacer en su tiempo libre. Bien pensada, la medida es inteligente: se ausenta un tiempo, se pone en forma, y ya cuando volvamos —sobre todo sus vecinos del sur— aparece hecho un pincel. Mi consejo: Kims quedaos en casa, para siempre.

Quienes no pierden ocasión de echarse a o mar son los cárteles —de la droga, los del cine y el teatro tardaremos en verlos—, por ahí vienen rumbiando los colombianos rumbo a las Rías Baixas; ahora los trincan ya en Canarias, así salen de casa les echan el guante. Son otros tiempos, esto no pasaba cos vellos, los metieron en prisión y ahora no hay quién responda: por cuatro mil kilos de nada. Así no hay negocio que funcione nin Cristo que lo fundou. ¡Con Sito e Manuel Charlín no cárcere, e máis lo Oubiña de traballador social, xa me dirás ti.

El problema sigue estando dentro, como en los ochenta: cumpliendo prisión y adicto a la droga. Parece que en eso no se ha avanzado significativamente: se meten yonquis, cometen delitos para pagar el vicio y acaban en el talego, donde aprenden a cometer delitos que antes ni conocían. El mono, a pelo —la merca se intercepta en Canarias, a Valdemoro no llega ni mal cortada—, se apuntan al economato, la lavandería o a los talleres ocupacionales para reducir condena y salir cuanto antes. A delinquir de nuevo. Con una tasa de paro del 14% (EPA de esta mañana, y lo que te rondaré), la cosa no está para experimentos. Al menos dentro la tasa "de bicho"es insignificante con relación al resto de la población. Por una vez, todos estamos a una.

Infinitamente lejos de la violencia estos días en las cárceles salvadoreñas, donde los presos conducidos como rebaño, rapados al uno, inclinados sobre el tronco, manos gachas sujetando sus pertenencias en bolsas de plástico y vistiendo pantalón de pijama blanco, parece que estuvieran en la gincana de un campamento de verano: sólo distorsionan los enormes tatuajes que cubren pechos, brazos y espaldas. El presidente ha decidido que se acabó y “mandó a parar”; no puede consentir que se sigan cometiendo crímenes en las calles mientras la policía se dedica a combatir la pandemia. Solución: las maras Salvatrucha y Barrio dieciocho, enemigas íntimas, que tradicionalmente han venido gozando de espacios carcelarios sin cohabitación, ahora sí van a hacerlo. Fácil que así se ajuste el hacinamiento y se descabece —perdón por la expresión— alguna banda.

Un alcalde en Colombia se aparta un pellizquito de la bolsa que el gobierno destina al desabastecimiento de alimentos y la ayuda sanitaria en la zona del Chocó y la “municipalía” de Calarcá. Se embolsa 90.000 € destinados a sus ciudadanos. Bien invertidos y moviendo los hilos adecuados, capaz que sea de hacer llegar un flete en condiciones a Galicia: como en los buenos tiempos, porque últimamente ni en submarino.

El anochecer de ayer me regaló la atípica imagen de un murciélago pequeñito, sobrevolaba el barrio atolondradamente —van un poco a la buena de Batman, sin rumbo fijo— a la caza de mosquitos e insectos voladores que los actuales “señores de la zona”, mirlos y otras aves de temporada, puedan dejarles. La verdad es que daba un poco de pena, también tendrá una familia confinada y pendiente de él (o ella).

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