La vida en suspenso, jornada 37

Domingo 19 de abril

...lo que hoy nos sitúa a Veinte de abril y os adelanto la canción que sonará en las radio fórmulas durante el resto del día...

Me asomo a las ventanas que la reclusión permite; son múltiples y variadas: prensa, televisión, alameda desierta, cocina...

Los gatos del barrio, orondos y un punto altivos, descansan por parejas en el parque infantil clausurado. Parece que no tengan fuerzas para jugar: se muestran apáticos y desdeñosos sobre el piso acolchado que protege a los niños de lesiones imposibles. Han comido como animales gracias a la bondad de algunas vecinas que los atienden. Sólo les resta reproducirse para completar su ciclo vital, los encuentro perezosos.

En el templete de la música una caja de plástico contiene paquetes con alimentos, los facilitan los vecinos atendiendo a una llamada solidaria de carácter particular: “deja lo que te sobra, llévate lo que necesites”. En la nota adjunta se asegura que los servicios municipales no llegan a las personas realmente necesitadas y su iniciativa -dice- podría hacerse extensiva al resto de barrios de España. Necesito una fotografía, me la llevo.

José Luis Ábalos aparece en la televisión en el noticiario de las tres de la tarde. Después de algunas noticias de carácter menor, irrelevante: las cifras de muertos y afectados, el incremento o contención de la pandemia, las sanciones habidas en municipios y provincias por saltarse el confinamiento -cuando la noticia está en quienes nos quedamos en casa, millones, cada día- la adquisición del material sanitario, etcétera, nos ofrecen el plato fuerte, es decir, él. El hombre en España que lo hace todo, como reza la célebre canción de Astrud, durante quince eternos minutos desgrana los logros del gobierno durante la última semana, la justificación de las medidas adoptadas -por enésima vez- para, al final, colocarnos un panfleto sobre la necesidad imperiosa, “ahora más que nunca”, de los servicios públicos y la sanidad para todos (y todas). No creo haber sido el único en cambiar de canal hacia las sabanas africanas (La 2), el resto los ocupa él.

En la contra de el País Willy Toledo se queja con amargura de su suerte, se siente estigmatizado por su actitud combativa frente la injusticia y la desigualdad, asegura que le llaman mucho menos para trabajar que hace una década. Ante la pregunta incisiva de la redactora: ¿no será mal actor?, Toledo responde que pertenece a una de las “mejores generaciones de actores, la competencia es brutal”. Me viene a la memoria Cyrano de Bergerac. Me sumo a sus amigos en la petición: “cuídate tío, te está haciendo daño”.

El Papa sale a estirar las piernas después de un mes largo de reclusión en San Pedro, se dirige a la iglesia del Santo Spirito, fronteriza y próxima al Estado Vaticano. Caminando por las adoquinadas calles romanas, sin apenas escolta -¿quién podría atentar contra él en la actual circunstancia?-, con un par de reporteros gráficos que dan testimonio del evento, se acerca en agradable paseo primaveral a la iglesia. En su homilía se acuerda -“en este tiempo de penuria”- de los pobres, de los que dice, “no serán olvidados en un futuro sin desigualdad”. Dios le oiga.

Desde la ventana posterior de mi casa dos gatos pelean sobre los tejados con gran alharaca por los favores de una hembra en celo, se los ve más delgados que a los del parque infantil. El hambre es lo que tiene, genera ansiedad.

Comentarios