La vida en suspenso, jornada 38

Lunes 20 de abril

La firma de juguetería erótica Amantis ha regalado 1000 succionadores de clítoris al personal sanitario, previa acreditación de su condición, hasta fin de existencias, y gastos de envío aparte. Un simple formulario les enlaza a la página y allí formalizan la adquisición del codiciado juguete. La empresa quiere contribuir de esta manera a la relajación del personal -principalmente femenino-, tan estresado en estos días de duro trabajo en hospitales y centros de salud. No solo de aplausos vive la mujer.

La noticia aparece en el Español, ese diario “digital, plural, libre, indomable, y tuyo” -nueva aventura periodística de Pedro J. y su hija, María Ramírez-, precisamente cuando parecía que el artilugio había pasado a mejor vida mediática, sepultado por el aluvión de noticias que genera la pandemia. La ingeniosa promoción ha venido a ponerlo de nuevo en el candelero, justo cuando más necesitados de sosiego y relajación estamos, tanto quienes se dedican a la sanidad, como aquellos que permanecemos en nuestras casas confinados. Es cierto que esta atípica situación de monotonía y rutinaria existencia puede llegar a ser crispante, incluso sumamente estresante si uno tiene hijos pequeños en casa -no quiero ni imaginarlo; toda mi empatía hacia ellos desde los que hemos pasado por el trance, feliz en el recuerdo, de criarlos y entretenerlos durante largas horas: sí, los millennials no se entretenían solos; ahora, lo ignoro-, pero las actitudes adoptadas por algunos tarugos, precisamente dirigidas contra el personal sanitario del que directamente dependemos, van mucho más allá de la falta de educación o el sentido común, son directamente ruines. Ha habido personas a las que se las ha tachado de “ratas contagiosas” escribiendo en sus vehículos con espray tal barbaridad; o vecinos a los que, anónima y cobardemente han conminado a abandonar ¡su casa!, por temor al contagio que el ejercicio de su profesión pudiese llevar a la comunidad. En la nota* sin firmar, dejada en la puerta de la casa del trabajador, se le sugería una alternativa de alojamiento: “el Barataria”, por ejemplo, añadiendo “mientras esto dure”: queriendo dar a entender que existe un sesgo de afinidad por el vecino. Expresando además, temor, no ya por ellos mismos sino por “niños y ancianos”; de la nota se desprende que, solidariamente (!), se estaban preocupando no solo de sus niños y ancianos, sino de los del resto de la comunidad. Le sugieren el Barataria que, como su propio nombre indica está al alcance de todos los bolsillos; lo hacen además por un periodo temporal, reflejando de nuevo preocupación por aquel. Aunque, lo que llama más mi atención en el texto -de algún modo hay que llamarlo- es el inicio: “sabemos de tu buena labor en el hospital y se agradece”. Me pregunto qué ocurriría si supiesen de su mala labor: no necesariamente todos los trabajadores ejercen una labor, buena. Pero incluso los malos profesionales tienen el derecho de acudir a su vivienda cuando se les antoje. Por último, está aquel “se agradece”, donde el autor o autora del agravio parecen querer dejar una vía abierta a una reconciliación futura, ese al que inicialmente se dirigieron con un campechano “Hola vecino”, como de encuentro en el ascensor, pantalón corto y mañana de pádel en la cancha de la comunidad. Vamos que, si por ellos fuera, le harían una paella al sanitario…Pero las circunstancias, hazte cargo. ¡Ni en La que se avecina!

Por apenas treinta euros la autora de esta nota podría disfrutar de intensos minutos de placer en vez de escribir notas tan infames, viles y cobardes como esa. Si es autor, siempre puede darle la vuelta al juguete y rememorar su etapa anal, tal vez la más feliz de su vida. Pero ojo, no acabe en urgencias.

Para el resto de nosotros existen la lectura, los puzzles, las series televisivas, la meditación zen, la jardinería, o el dolce fare niente…aunque sin descartar tampoco el succionador, todo es compatible con la buena educación y la solidaridad.

Nota: Enhorabuena a los sanitarios por su trabajo y a Amantis por la promoción. Según indican en su página de comentarios, Hippoclit -así se llama el que regalan- se agotó a las dos horas.

* “Hola vecino. Sabemos de tu buena labor en el hospital y se agradece, pero debes pensar también en tus vecinos: aquí hay niños y ancianos. Hay lugares como el ‘Barataria’ donde están alojando a profesionales. Mientras esto dure, te pido que lo pienses”

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