La vida en suspenso, jornada 43


Sábado 25 de abril

Un año más Grândola Vila Morena, José “Zeca” Afonso, los claveles, Portugal, o país irmaõ. Y van cuarenta y seis, toda una vida dándole la espalda a esa frontera, la cara puesta en otras, más al norte. O al otro lado del mar: Argentina, Venezuela, México...Con embargo, vemos como ante situaciones adversas, ese país pequeño —"Portugal não e pequeno, mas tem colónias", bromeaba un amigo portugués— nos da lecciones de civismo y buen hacer: la gestión de la pandemia está siendo encomiable: la oposición va más allá incluso que el propio gobierno en las medidas para atajar la crisis, haciendo frente común, cosa rara a este otro lado.

La situación hoy es otra. No tanto por las dictaduras forjadas tras el ruido de sables como por los totalitarismos cuyos ecos resuenan en el fondo de las urnas: Trump, Bolsonaro, Orban, Putin, ...por citar sólo algunos. Ya no hay dos bloques, un mundo polarizado, sino múltiples ideologías que confluyen en una sola: capitalismo, neoliberalismo, productividad, consumismo; resultado: violencia e injusticia; no sólo la que está, también la que vendrá. Es cuestión de tiempo que aquellos “desheredados de la Tierra”, desafectos de otra ideología que no sean sus estómagos y la necesidad de un futuro para sus hijos —uno sencillo donde no los maten, violen, esclavicen, y, sobre todo, coman a diario— acaben por asociarse con quien se lo venda mejor empaquetado: América, first. Hoy no es difícil. Basta con pulsar las teclas adecuadas para lograr el deseado efecto mariposa con consecuencias previsibles. Todo cabe en un algoritmo hábilmente diseñado que verter en las redes sociales —Facebook, WhatsApp, Twitter, ...las rusas o chinas, como quiera que se llamen—, o en las teleseries que consumimos como el agua que brota al abrir el grifo. Hubo un tiempo no tan lejano donde, de cara al fin de semana, acudíamos al videoclub en busca de dos o tres películas que ver, igual que en muchos lugares del mundo aún se va por agua a un pozo. Uno, mucho más distante, en que se iba a un lugar llamado cine. Hoy basta encender el ordenador o la smart TV: allí está el circo, el pan lo pondrá el Estado (renta mínima). A condición de acudir a las urnas —cada cuatro años— y elegir entre unos señores (y señoras) cuyo compromiso no es otro que el que está escrito en un papel. Mojado. «Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros».

La borrachera de (des)información no nos hará libres, sino que busca confundirnos, alterarnos, deslegitimarnos para legitimar a las mujeres (y hombres) en el poder que habrán de decidir nuestros destinos, corporaciones mediante: Google, Amazon, Huawei, Apple.

La democracia es, dos mil años quinientos años después, el mejor de los sistemas que hemos encontrado como especie para organizar nuestras sociedades. Aquella estaba concebida para gobernar sobre miles de personas, la actual sobre miles de millones, de consumidores.

Comentarios