La vida en suspenso, jornada 39


Martes 22 de abril

El día 5 de abril ha muerto a los 100 años Margaret Burbidge, astrofísica de origen británico que demostró que estamos hechos de polvo de estrellas. Los filósofos presocráticos buscaban ya el origen de las cosas y fueron capaces de concebir y nominar las primeras teorías del átomo. No fue, sin embargo, hasta 1957 en que esta tenaz y corajuda mujer lo puso negro sobre blanco en una publicación científica —junto con G.R. Burbidge, sí, su marido. (De soltera se apellidaba Peachey, sabor a melocotón); W.A. Fowler y F. Hoyle— viniendo a decir que casi todos los elementos que forman parte de las cosas que conocemos, y están por tanto en la tabla periódica, tienen su origen en las estrellas o se han formado por reacciones nucleares en el interior de estas, los seres vivos —humanos incluidos— también.

Murió en San Francisco, ignoro si confinada, aunque no por su causa del virus—al parecer, por un problema en su cadera centenaria—, y yo quiero traerla a colación en relación con el virus porque, imagino, también estará cargado, letalmente para nuestra desgracia, con ese mismo polvo que ella descubrió junto a sus colegas. Por tanto, si habita entre y está compuesto de lo mismo que nosotros, más pronto que tarde habremos de dar con la vacuna o el tratamiento que anule su toxicidad. Ellos tuvieron, además, elegancia y sentido de la oportunidad al recordar en el encabezamiento de su publicación a William Shakespeare, con frases que casi podrían trasplantarse a la tragedia que hoy padecemos:

Son las estrellas, las estrellas sobre nosotros, quienes gobiernan nuestra condición.”
El rey Lear

Tal vez la culpa, querido Bruto, no esté en nuestras estrellas, sino en nosotros mismos.
Julio César

Encuentro que ambas vienen al caso por la reacción frente a la pandemia en los diferentes lugares del planeta, la manera caótica y las formas con que los humanos tratamos de enfrentarla, no tanto a nivel colectivo, sino de liderazgo: en general, las sociedades son “obedientes” y están haciendo aquello que se les indica desde un criterio, habitualmente científico. Si bien es cierto que nuestros líderes —observen si no a los países del área occidental— parecen ir como pollos sin cabeza dictando medidas que se vuelven contra ellos: en Francia hay una “revolución de las canas” donde los mayores de sesenta y cinco años —dieciocho millones de votantes— se niegan a seguir confinados; en Estados Unidos se restringen las salidas en unos estados y en otros no, el criterio de su presidente es caprichoso, y las medidas económicas parecen primar sobre las sanitarias; en España se toman medidas siguiendo criterios científicos, pero cualquier error —compra de test defectuosos, declaraciones de la Guardia Civil, salidas de los menores— es aprovechada por la oposición, la moderada y la feroz, para hacer sangre y obtener réditos electorales; en China falta transparencia, en Corea privacidad, a Brasil mejor no mirar —¡todos al trabajo!, arenga su líder— en Italia sobra mala suerte. Sólo Portugal parece llevarlo como es debido: con conocimiento, sensatez, confinamiento y unidad en el liderazgo. Sí, dispusieron de una semana más, pero hicieron (hacen) lo correcto, todos a una. Y a pesar de su baja tasa de incidencia son, junto con España e Italia, quienes solicitan a la Unión Europea que comparta la deuda por venir para salir de esta, todos a una, en vez de tratar de reprender o aconsejar a los demás sobre su forma de actuar.

Aún en mitad de esta tormenta, muchos líderes están mirando ya hacia las nubes de la siguiente, así resulta que, Estados Unidos continúa produciendo el petróleo que no puede almacenar —ni vender, ante la falta de demanda—, y el gobierno se ve obligado a comprar espacios donde “atesorarlo”. En los Países Bajos, y en Holanda en particular, recomiendan “comprar flores, en lugar de papel higiénico”, la campaña del tulipán —cuyos bulbos dieron lugar a la especulación y originaron el Capitalismo, que paradoja— se ha venido abajo con las restricciones a la venta y al turismo originadas por la Covid-19. En España el turismo, que sostiene desde los años sesenta nuestra balanza de pagos, va camino de perder los ingresos correspondientes a el año en curso. Y así. Por primera vez en la historia, aquello que producimos de forma masiva en el mundo entero cotiza a la baja o, directamente, no cotiza: salvo las mascarillas y los test. Parece que se avecina una nueva catástrofe, económica esta vez.

Burbidge y sus socios dejaron claro hace ya sesenta años qué somos, y de donde venimos —aunque ella y su marido fueron contrarios a la teoría del Big Bang, hoy mayoritariamente aceptada por la comunidad científica—, dos de las preguntas que se ha hecho la humanidad desde que camina erguida por el planeta.

Estos días de abril, físicos de todo el mundo estaban citados en los laboratorios subterráneos de Gran Sasso (Italia), donde tenían previsto realizar experimentos determinantes acerca de la antimateria, precisamente aquello que no somos. ¿Será hacia dónde vamos?.

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