La vida en suspenso, jornada 2

Charlton Heston, Féliz Rodríguez de la Fuente y
 Ramón Menéndez Pidal durante el rodaje de El Cid
Domingo 15 de marzo

Conocidas ya las severas restricciones a que la autoridad se ve obligada a conducirnos -no soporto a Pedro Sánchez y su cara de perro tristón, aunque apruebe sus medidas. Me es imposible dejar de ver en su rostro una suerte de oportunismo y rentabilidad futuras. Ya digo, es una sensación- Marina, Cody y yo asumimos con responsabilidad el primer día de encierro. Segundo ya para algunos, incluso tercero para otros: pienso en Auxi, mi amor, tan prusiana ella. Nosotros encaramos con ilusión la nueva rutina. Nos levantamos tarde, desayunamos juntos, y escuchamos a David Broncano hablando desde su casa con un cacharrofono que al parecer le han puesto y hace las delicias de la transmisión. Más tarde circulará por las redes el bulo de que ha sido detenido paseando en bicicleta por las calles de Madrid. ¡Comienza el espectáculo! Hoy hace cuarenta años murió en accidente de aviación Félix Rodríguez de la Fuente y su figura se glosa en la radio de la mano de su hija Odile, quien presenta un libro sobre la figura de su padre. Inevitablemente, todos los que crecimos en esos años nos situamos en aquello que estábamos haciendo cuando conocimos la noticia. Parece ser que fue un sábado. A mí me pilló montando uno de los circuitos del Elektro L, un juego de montajes eléctricos que había pedido aquellos reyes en que ya sabía quienes eran los Reyes, y que no eran tan Magos. Mi madre lo encontró muy adecuado para aquel futuro hombrecito. Aún hoy siguen sin salirme los circuitos eléctricos más básicos y sigo anhelando, por contra, ser aquel hombre que recorría las montañas entre animales salvajes, por paisajes increíbles. La diferencia es que han pasado todos estos años y he descubierto -nunca es tarde- no ser el único en desearlo. Tal vez aún se pueda hacer algo, aunque menos asilvestrado, las juntas no son ya las mismas.

Tomamos un vermú virtual con mi hermano Santiago, reside en Asturias y forma parte vital de la tripulación de la Hispaniola, le cuento las mejoras y reparaciones del barco de cara al verano. El comparte con nosotros sus jornadas esquiando en las montañas pirenaicas. Después de todo, no nos ha ido tan mal. Damos por hecha la comida con el laterío y los totopos que nos hemos zampado, y nos aprestamos a una larga siesta con película de amoríos previsible, periódico posterior: planazo. Sólo echo de menos, ay, a mi novia en la otra esquina de la ciudad: ver una buena película tras un revolcón previo es el mejor el mejor plan para cualquier domingo del año.

A media tarde, mientras doy buena cuenta del periódico con golosa felicidad doméstica, escucho a Marina jugar al bingo con cuatro amigas vía telemática. Lo canta todo. Literal: dos líneas y dos bingos de los dos que han jugado. Su alegría es la felicidad encarnada, “si tuviera la misma suerte en los exámenes”, comenta. “Si fuera sólo cuestión de suerte”, pienso para mí. En fin, por algún lado ha de salir y será siempre bueno, eso es seguro.

Imprescindibles en la 2 dedicado, como no, a Félix y la cantera de personalidades vinculadas al mundo de la ciencia y la comunicación que dejó tras de sí. Recuerdo que se definía como naturalista, aunque lo que en realidad era, aquello en lo que se había formado y licenciado fuese la medicina, que no llegó a ejercer; no está mal para un niño que se escolarizó a los nueve años. Hay vidas que dan para mucho. Lo que es indudable es que fue un enorme comunicador: Influencer, le dirían ahora.

La película de la semana, El amor menos pensado, Juan Vera, Ricardo Darín, Mercedes Morán. Excelente fábula de amor cincuentón en que una pareja madura se queda frente a sí misma y al desgaste del amor, una vez el hijo abandona el nido y los padres encaran la vida conyugal sin él. Situaciones delirantes, absurdas, cotidianas -tan próximas que es imposible no empatizar, hacerse las preguntas que los protagonistas se hacen- difíciles por interrogarnos como espectadores, por interpelarnos de manera despiadada, dejándonos con la sonrisa helada ante situaciones que, de hallarse en nuestros sofás y ser abordadas con la valentía necesaria, tal vez nos condujesen a situaciones diferentes, menos acomodaticias. Corolario: no abordar ninguna pregunta seria un domingo por la tarde. Es una regla de oro no escrita para mantener la felicidad conyugal. En el coloquio-debate posterior voy con Juanjo Millás, maestro en situaciones similares, en su literatura y columnas periodísticas; nada con Gemma Nierga, experta en lugares comunes, aunque inmensa conductora en la radio; me hago ovillo -ojalá- con Cayetana Guillén Cuervo, todo pasión sin fisuras, a quien aprecio como excelente presentadora en el papel de su vida. Como con Félix, nunca se sabe.

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