Mayo 5: Bakio-Bermeo
En el año 2008 el atunero vasco Playa de Bakio, con base en el puerto de Bermeo, fue secuestrado por piratas somalíes. Estuvo varios días a merced de estos hasta que el Gobierno y el armador, por meditación del embajador español en la zona, accedieron al pago de los 1,2 millones de dólares de rescate solicitados. Entonces, los tripulantes vascos, gallegos y africanos pudieron regresar a sus hogares. Como consecuencia, se estableció en esa zona del Índico una flota militar disuasoria con el pomposo nombre de Atalanta. Asimismo, los pesqueros pasaron a llevar hombres armados a bordo. En todo caso, hubo varios secuestros o intentos más, incluso alguno dio lugar a una película de Hollywood, Capitán Philips, protagonizada por Tom Hanks. Si mencionó el hecho, es porque en un extremo de la playa de Bakio se alza un monumento alusivo a un pecio inglés hallado en sus aguas. Parece que formaba parte de una flotilla mayor y se hundió, por causas aún desconocidas, en el último cuarto del siglo XVIII. Aunque sí exista un hilo casual que vincula este hecho con los ingleses y sus turbios manejos a lo largo de la historia: fue en un lujoso hotel del centro de Londres, donde tuvo lugar la negociación y entrega del dinero para la liberación del Playa de Bakio. Se llevó a cabo a través de mercenarios somalíes que operaban en la capital, y por intermediación de un despacho de abogados británico. Solo un año después se produciría el secuestro del atunero español Alakrana, también matriculado en el puerto de Bermeo. La piratería nunca ha dejado de existir; los piratas visten corbata y camisa blanca en lugar de turbante y pantalones corsarios, o utilizan la telefonía móvil y los bufetes de abogados en lugar del alfanje.
Decididamente, el mundo camina hacia la tontuna y alcanza a todos los lugares por remotos que estos sean. Basta que un lugar aparezca en una serie de televisión o lo mencione un influencer para que se llene de gente o cazadores de imágenes. En San Juan de Gaztelugatxe han tenido que prohibir el vuelo de drones por esa misma razón. Tuvo la "desgracia" de aparecer en la serie Juego de tronos. Es "La maldición de los lugares hermosos", en palabras del periodista y escritor Txema García.
Frente a la costa de Bermeo se halla la planta de gas Plataforma Gaviota. Desde 1984 hasta 1994 se extrajo el gas que contenía; desde entonces, y una vez agotada la bolsa, se utiliza como almacén mediante la gestión en tierra: se acopia en los meses de menos demanda y se libera en los invernales. "Es como una gran bombona de butano", asegura un trabajador de la planta Enagás, propietaria de la instalación.
La estructura de madera de sus casas y la proximidad entre ellas favoreció que los incendios castigaran Bermeo una y otra vez. En otras ocasiones, los incendios habían generado problemas enormes; pero el de 1504 fue particularmente trágico, arrasó toda la villa y dejó a su población considerablemente mermada. En marzo de 1700, se desató otro gran incendio en el que ardieron un total de cuarenta y dos viviendas. La iglesia de Santa María de la Atalaya resultó muy dañada. A finales del siglo XVIII, por influencia de la Ilustración, se apostó por un nuevo diseño urbanístico que trajo consigo la expansión de la ciudad más allá de la muralla, y el derribo tanto de los portales como de la iglesia, ya muy deteriorada. En Vista de Bermeo, pintado por Luis Paret en 1786, todavía se aprecia su imponente planta. Hoy en su lugar se alza un espantoso edificio de viviendas que bien merecería un incendio sin víctimas, su realojo y derribo posterior.
Bermeo no ha sido afortunado históricamente. A los incendios se han sumado los naufragios; un pequeño terremoto que acabó con el agua de la fuente (único elemento que aparece en Vista de Bermeo junto con la Casa-Torre Ercilla y un pequeño fragmento de la iglesia de Santa Eufemia), y ahora se suma la escasez de agua en verano (en una ocasión, hubo de traerse en barco desde Bilbao, y, además perdiendo parte de ese agua por causa de las fugas a bordo). Pero la última tropelía es sin duda la instalación de una sub-sede del museo Guggenheim en Urdaibai. Un innecesario sinsentido que comprometerá todavía más los recursos de Busturialdea, como se conoce a esa zona de la costa vasca. Aun así, hay quien lo ve con buenos ojos: "Guernica se queda sin industria, algo hay que hacer", afirma, resignada, una vecina de la zona.
La de Santa Eufemia (1350) es otra de las iglesias que aparece en el cuadro del ilustre pintor; bien es cierto que solo una pequeña parte, a la izquierda de la pintura, junto a una de las torres de la antigua muralla. Es la más antigua de Bermeo y se levantó fuera del núcleo urbano, volcada sobre el puerto viejo y cerca del mar, como la vida de sus fieles.
El puerto originario era una pequeña cola de piedras y arena que se vaciaba en bajamar y estaba protegida del oleaje por una cerca natural de roca. La iglesia de Santa Eufemia, emplazada en un altozano, defendía la entrada a puerto.
La fuente, es la más antigua de Vizcaya. Fue construida en tiempos de Carlos I en el siglo XVI por lo que está presidida por el escudo imperial. Los dos caños que le daban nombre abastecían a los barcos que hacían escala para repostar, o bien, a los que cargados de lana de Castilla partían rumbo a Flandes, Inglaterra, Francia o América. En el verano de 1827, un ligero terremoto la secó en parte al modificar el desagüe de su acuífero, siendo definitivamente clausurada en 1931 al quedar las aguas contaminadas.
Pero, definitivamente, es bordeando el espigón que abriga el actual puerto deportivo desde donde Luis Paret pintó la Vista de la villa de Bermeo. De hecho, el cuadro permaneció un tiempo expuesto en el mismo lugar desde el cual fue pintado; imagino que bien custodiado y protegido, pues pertenece a la colección del museo de Bellas Artes de Bilbao. Lógicamente, los pescadores, el párroco o las mujeres que negocian con el pescado o tiran de las barcas en la pintura serían una recreación de la vida por parte de su autor. El que sí permanece igual que en el siglo XVIII o incluso mejor, es el palacio Ercilla, hoy orgulloso museo Arrantxale, o de los pescadores.
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