Mayo 18, Irún-Vigo
El viaje en tren entre Irún y Vigo no tendría mayor trascendencia de no ser por la parada obligada en Vitoria para hacer transbordo. Durante las tres horas pasadas en esa hermosa ciudad tuve ocasión de hacerme una somera idea del centro, abrigar en el ánimo el deseo de recorrerla con calma. Pero lo que llamó poderosamente mi atención, de nuevo fruto de la casualidad absoluta, la que rige las cosas importantes en nuestras vidas, fue encontrarme con el homenaje que se rendía a Fernando Buesa, asesinado por la banda terrorista ETA este mismo día de hace veinticinco años. Frente al Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, un grupo de familiares, amigos, simpatizantes y ciudadanos honraban su memoria y se citaban en una lectura poética, junto a la interpretación de una pieza de Bach al violonchelo. Acto extraordinariamente emotivo y necesario que conmovió los corazones de los todos los presentes, en particular de su hermano, quien, de pie en el estrado, no pudo contener las lágrimas cuando fue invitado a subir.
Son contrastes de una tierra tan hermosa y acogedora como, en ocasiones, fue cruel con sus habitantes.
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