La vida en suspenso, jornada 59

Miércoles 07 de octubre:

aparece la sentencia del caso Pescanova mencionada en la entrada del lunes 11 de mayo; alguna pena de cárcel que se cumplirá, solo en parte, como acostumbra a ser con estos personajes (véase Rodrigo Rato); el resto son testimoniales, y algunos otros han sido absueltos—mujer e hijos de Fernández de Sousa-Faro; resulta que gran parte de la fortuna que han hecho y ocultado al fisco en Andorra, procede de sus actividades ecuestres—. Sea. Como casi siempre en estos casos, solo nos queda la justicia, poética. El dinero que la Xunta de Galicia invirtió como avalista de los préstamos de la empresa delincuente probada, se ha volatilizado. Quedamos atentos a los Alcántara, de momento, siguen desaparecidos de la Tve; por lo que a mí respecta, un alivio.

Lunes 11 de mayo

Bien, la cosa se relaja, al menos en lo tocante al encierro, aunque el virus siga ahí, como al principio. Confiemos en que no sea nada —más nos vale— porque somos españoles y lo nuestro es coger el brazo entero cuando apenas se nos ha ofrecido la mano. Ya comienza el desfase y con él las primeras sanciones a hosteleros, compañías aéreas, etcétera; precisamente quienes más “piaban” porque se acabasen las restricciones arguyendo que sus negocios se iban al traste: ¡el primer día en primera fase! En fin, lo dicho, que no sea nada.

Toca estos días hacer la declaración de la renta: si, esa cosa tan prosaica donde se nos pide contribuir con el Estado en función de nuestra capacidad económica, de nuestros ingresos en suma. Y, como buenos españoles, hay a quién se le descompone el cuerpo y empieza a hacer cábalas o escuchar voces indebidas, es cuando los diablillos bueno y malo comienzan a decirte junto a las orejas: “¡pero bueno hombre, con lo que tú eres, si ya pagas por ocho!”. Y es entonces —imagino, afortunadamente no tengo ese problema— cuando ves únicamente el montante a desembolsar, dejando de percibir la totalidad de lo ingresado, aquello por lo que debes tributar vamos, al menos en este país. Cierto, hay otros países: Panamá, Islas Caimán —en América—, Mónaco, Liechtenstein —sin salir de Europa—, Andorra —mucho más próximo— pero entonces no podrás, españolear (grandiosa palabra inventada por Manolo Escobar, que en paz descanse): «Españolear, españolear, es lo que hacen los turistas cuando vienen por acá». Ay, pero sobre todo los españoles.

Me vienen a la cabeza entonces los patriarcas de la Familia Alcántara, los de Sagrillas, esos que nos cuentan cada temporada machaconamente nuestras vidas, las del español medio, los self made man (and woman) arrojados del terruño a las ciudades; pero debo corregirme, los Alcántara eran, son y serán —si Televisión Española y la Audiencia Nacional no lo impiden—, intachables en su comportamiento, nada hay que reprocharles a Merche y Antonio, sino a Ana Duato e Imanol Arias quienes se olvidaron de aportar por lo que debían a las arcas del Estado —!durante siete años!— y deberían dar cuenta en los tribunales estos luctuosos días primaverales. ¿De verdad no los habéis echado de menos en la faceta "almíbar" de la pandemia? Estarían aplaudiendo en los balcones.

Pero bueno, pobres, tampoco son los únicos, y desde luego su “desmemoria” poco tiene que ver con la de las familias Pujol-Ferrusola o Fernández de Sousa («Pescanova: lo bueno sale bien», era el eslogan de la firma) atascados en los juzgados y a quienes dios ha venido a ver en forma de coronavirus: de ese modo sus gabinetes de abogados ganan tiempo para jugar al despiste y retorcer aún más la ley. Por cierto, quien le lleva los “asuntillos económicos” a los Alcántara —perdón, los buenos de Imanol y Ana— es el inspector de Hacienda en excedencia, Fernando Peña, ¡con un par! Al menos Cristiano Ronaldo cogió el jet desde Turín y se vino a pagar, con otro par y entre aplausos de la ex afición, como un señor. Españoleaaaar, españoleaaaar....

Debe ser que la declaración de la renta me ha salido a pagar, 245 € de vellón.

Leo en la prensa que China externaliza hacia Etiopía —calzado, embalajes, tejidos—, ¿la razón?: su mano de obra es mucho más barata. Lo extraño, al menos para mí, es que el artículo donde se menciona el hecho nada tiene que ver con la economía, sino con la salud y su principal representante en el mundo, Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la idem, de origen etíope y al mando de todo el cotarro vírico, a cuyo puesto fue aupado por Pekín (230.000 € anuales de sueldo, coche oficial y prestigio internacional, asegura la periodista Lola Galán). Inaudito, cuánto más vive uno más se sorprende; la verdad es que no veo la necesidad de mencionar el coche oficial con esos honorarios.

Por lo demás La vida sigue igual, como decía aquel, las empresas maniobran, se adaptan, pergeñan nuevos modos de hacer más ricos a los ricos haciendo más pobres a los pobres; no hay otro modo —parece— en las sociedades capitalistas y consumistas, que ahora son todas. Así, donde alguien compra un bikini online, otro toma arroz como única comida diaria; allá donde un madrileño se pide un "Globo" para cenar, otro madrileño —este emigrante y rider, además de pobre— pedalea seis kilómetros por 3.10 €, mientras la empresa que no lo contrata (para eso es autónomo), se embolsa el doble sin pedalear. Parece que el modelo de compra por Internet se ha incrementado en un 450%, ha venido para quedarse, dicen los que saben. Los seguros venden seguros (tenemos miedo), las empresas de cuidados venden cuidados y los bancos venden bancos. Perdón, dinero.

Somos humanos, nos adaptamos. Heredaremos la Tierra. Está escrito.

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