The innocents

Si hay alguien ahí le sugiero que no pierda el tiempo como lo he hecho yo.

Bien me duele, pues en la lista de créditos de la película (aparecen desde arriba hacia abajo: mucho más creativo que de ordinario, ¡dónde va a parar!) figuran docenas de personas que, a buen seguro, han de llenar la nevera cada semana, hacer frente a sus hipotecas, enviar a los niños al colegio, etcétera. Lo mismo que los propietarios de la sala de cine “alternativo” donde se proyecta, todos familia —la persona que despacha la entrada vende los refrescos y las palomitas; limpia la sala y los baños tras la proyección, y, si no proyecta la película, es por qué no puede estar en dos lugares al tiempo—; mi pareja y yo somos los únicos espectadores en una sala vacía, cual oligarcas rusos disfrutando a solas del film: sucede a menudo cuando las películas que a uno le llaman la atención están fuera del circuito más comercial.

Excepto Tren bala, ejemplo de estas últimas —Brad Pitt y Sandra Bullock al servicio de una patochada millonaria—, las últimas películas citadas en este blog pertenecen a un ciclo titulado Juventudes Aisladas. En él se intenta dar cuenta de diferentes vivencias a las que infancia y juventud se exponen en distintos puntos del mundo —un barrio ruso miserable, un frío internado en Kurdistán, un instituto pijo de Los Hamptons—; maneras diferentes de afrontar esa etapa vital en la vida de cualquier niño o niña. Todas aportan, cuando menos, la visión de una sociedad en un período y circunstancia determinados de su Historia; son empáticas por extraordinarias, muy cercanas a la emotividad, aunque distantes geográfica y socialmente. Así, resulta fácil trasladarse a un hostil internado kurdo; algo más a un paupérrimo barrio de una ciudad rusa de provincias; apenas nada a un instituto de enseñanza donde competencia y corrupción son habituales, ubicados en un “pueblo” próximo a la ciudad de New York: es el mundo que nos hemos creado, por tanto, nada ajeno a la estética occidental y capitalista. Pero, lo que todas tienen en común es que son generadoras de empatía. Aun desarrollándose en lugares dispares del planeta es sencillo ponerse en la piel de sus personajes; asistir, desde la comodidad de la butaca, a sus éxitos y miserias.

The innocents, bien podría formar parte de este ciclo por tratar de la infancia y sus miedos e inquietudes, pero nunca por generar sentimiento alguno de cercanía. La historia que nos ofrece esta producción noruega es tan fría como sus latitudes. Al menos este espectador no acaba de tomarle nunca el pulso a una trama en la que se mezclan infancia, telepatía (!), asesinato, superpoderes (!!), y la clásica lucha entre el bien y el mal.

Cuatro niños (mejor niñas, aunque el genérico indique masculino, se trata de tres chicas y un chico), entre los ocho y los doce años de edad, habitantes de un barrio incrustado en un idílico bosque próximo a un lago, en una zona por determinar de ¿Noruega?, pasan el verano conociéndose lejos de la vigilancia de sus padres. Forman parte de una sociedad multirracial —no multicultural— donde urbanismo y naturaleza podrían sugerir bienestar, felicidad. En cambio, por decisión de su realizador, Eskil Vogt, se nos muestra una atmósfera opresiva, desvaída, siniestra a voluntad; aunque arquitectura y entorno parezcan proponer lo contrario. Si a esa circunstancia sumamos que uno de los chicos (en realidad, el único) posee poderes extrasensoriales con los que es capaz de manejar a las chicas a voluntad, e incluso a los padres (madres, en verdad) de estas para enfrentarlos a ellas con violencia, este espectador acaba por no saber qué pensar, … excepto que le están tomando el pelo. Al final uno decide no formar parte en un asunto que ni le asusta, ni le concierne, ni le emociona, ni le estimula, ni le inquieta.

Estos días finales de septiembre y principio de octubre se desarrolla en Vigo la sexta edición del GFFF (Galician Freaky Film Festival), por un momento tengo la sensación de haber asistido a una de sus proyecciones sin haber sido consciente; compruebo más tarde que no ha sido así, aunque bien pudiera: The innocents ¡vaya frikada

Aún no he aprendido a sospechar cuando leo en un cartel: "Tensa", "Electrizante", "Un terror psicológico excepcional", "Una fábula maravillosamente espeluznante"..., The innoncents no es nada de eso, en mi modesta opinión.

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