Tramo 2, Etapa 12, Camino del Cid, tierras de frontera: Ateca-Calatayud

Camino lento junto a la vía del tren. En alguna ocasión la senda discurre próxima al Regional de la zona y entonces los maquinistas -ha ocurrido más de una vez- tocan la bocina cuando me ven. Me pregunto cuál será su intención: ¿me envidiarán?, me animarán?, ¿se compadecerán?, ¿todo a la vez?...no lo sé. Viene a mi memoria que yo también pude ser maquinista y a estas alturas de la vida estaría conduciendo uno de esos trenes que ahora pasan. Era muy joven, desempleado -algo endémico en este país nuestro-, y entonces había que realizar el servicio militar. En cambio, si uno superaba unas pruebas de cultura general en el ámbito de cuarto de secundaria, ingresaba en el ejército como zapador, cumplía tres años de "mili" y salía formado como maquinista. ¡Con seis mil euros en una cuenta bancaria! Trabajo y ejército, una bicoca. Suspendí. Tenía dieciséis años y era la primera vez que viajaba solo a Madrid. Aún no se ha borrado la impresión que sentí al salir a cielo abierto desde el metro de Fuencarral y ver a cientos de chavales que, como yo, convergían a través de un enorme descampado hacia el cuartel militar. Hoy, ese cuartel se ha transformado en una Ciudad del Arte junto a los talleres de reparación del AVE. Paradojas. Creo que yo tocaría el claxon ante la visión de un caminante, por envidia. En ocasiones, algún paso me eleva sobre la vía del tren de alta velocidad, totalmente vallado como medida de seguridad, asusta verlo pasar a esa marcha endemoniada a la que avanza sobre los raíles. Es un prodigio tecnológico que nos hemos regalo todos los españoles, en muchos casos a nuestro pesar; su inversión no se redujo nunca aún en los tiempos más crudos de la crisis. Se ha sacado financiación de los servicios sociales, pero este ingenio no se ha detenido jamás. Ver las vías discurriendo entre estos valles o sobre los campos de olivos, por docenas de kilómetros en Málaga, por ejemplo, impresiona. Así hasta completar el estado con más líneas de este tipo de toda Europa, junta. Y es que cuando nos ponemos... El día en que escribo esto han salido a subasta las líneas de AVE -las más rentables, claro está, a Extremadura no va nadie- hacia compañías privadas "para fomentar la competencia y abaratar costes", nos dicen desde el gobierno. Lo de siempre. La francesa SNCF, Trenitalia, AirNostrum, Ecorail, Globalia y el fondo de capital riesgo Trilantic (¡estos ya ni esconden sus intenciones!) son las empresas que pujaran por llevarnos más cómodos y a mejor precio.
A pesar de mi paso lento, creo ir más rápido. ¡Yo ya me entiendo!
Me interno en los campos cuajados de cañaverales que discurren a la orilla del río Jalón. Algún ave acuática sale volando al escuchar mis pasos sobre el sendero. Pocas. La zona es rica en el cultivo de árboles frutales en producción intensiva: almendros, granados, viñedos, manzanos... todos con las hojas ya en la otoñada, cada uno con sus colores propios de hoja caduca ofrecen unas tonalidades ocres, rojizas, amarillas, terrosas en vivo contraste con el cielo raso que ofrece este otoño ya bien avanzado.
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"Al otro día cabalga Mío Cid el de Vivar,
Alhama ya la ha pasado, Hoz del río abajo va,
y ya a Bubierca y a Ateca se las ha dejado atrás
y por fin junto a Alcocer Mío Cid ha ido a posar,
en un otero redondo y fuerte van a acampar, cerca está el Jalón,
el agua no se la podrán quitar.
Aquel pueblo de Alcocer piensa Mío Cid tomar".
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Y así fue, según indica el Cantar, como el Cid tomo Alcocer y aun lo defendió cuando el rey de Valencia subió hasta Aragón para tratar de reconquistarlo. El camino pasa próximo y en lo que debió de ser ese castillo hoy sólo quedan ruinas que los lugareños llaman la Mora Encantada, en un intento de dotar de romanticismo lo que no fue sino un expolio y una masacre, como muchos de los que habría de llevar a cabo el caballero y su mesnada hasta asentarse definitivamente en la capital del Turia. Esa mañana está contento Rodrigo, pues trescientos moros ha matado. Reflexiona que a los que quedan, poco ganará con cortarles la cabeza, dado que no puede venderlos. Mejor quedarse sus casas y servirse después de ellos.
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"Habla entonces Mío Cid, Ruy Díaz el bienhadado:
"Gracias al Señor del cielo, gracias a todos sus santos,
mejor vivienda tendremos ahora dueños y caballos".
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La vida en la frontera es dura y cruel. Salvo el Jalón y sus riberas que albergan un vergel de huertos y frutales, todo es de una sequedad extrema. Los montes se componen de cárcavas y barrancos incapaces de absorber una gota de agua cuando llueve. Cuando lo hace intensamente, esta se desplaza en grandes torrenteras inundando todo a su paso hasta alcanzar las ramblas que, muy a menudo, pasan por el centro de los pueblos colectando hacia los ríos o el mar ese desbordamiento.
Al mismo tiempo, esos barrancos son ricos en la materia prima con la que árabes, bereberes, almohades, o sirios asentados en la península construyeron: el barro. Así desarrollaron una importante industria del adobe, la cerámica, la tejería, el azulejo y el ladrillo que viniendo de Oriente Medio supieron implantar con arte en estas tierras.

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