Silent Land

 

Hay ocasiones en que los realizadores se dejan llevar por los caminos más complejos para contar las historias más sencillas. O se trata de eso, o del deseo inútil (en cine todo ha sido contado ya de todos las maneras posibles) de sorprender al espectador complicando la trama hasta lograr que resulte imbécil aquel que no la comprende. Todo parece funcionar en su pretendida intención si, además, como culminación, se recurre a un final abierto donde nada parece justificar lo visto hasta el momento. “¿Qué tal si ahora le damos otra vuelta de tuerca a al guion para que nada concuerde?” parece decirse la guionista y directora Aga Woszczy'nska.

Eso creo apreciar en Silent land, donde hasta el título resulta incongruente con lo que luego se nos muestra. Una isla poco silenciosa, por otra parte, donde una joven pareja polaca ha ido a pasar sus vacaciones estivales en lo que parece el sur de Italia. Han contratado una casa con piscina, pero —oh, contrariedad—, está vacía. Reclaman. El propietario indica que sufren sequía. No se conforman. Se ofrece a compensarlos o repararlo. Optan por repararlo. Durante los trabajos, un joven inmigrante marroquí cae de espaldas a la pileta y se ahoga después de golpearse la cabeza. La pareja pudo haber hecho algo por evitarlo y, sin embargo, no lo hizo. A partir de ese momento entran en conflicto las pesquisas policiales, los intereses turísticos de la zona, las —apenas sugeridas— arribadas de inmigrantes ilegales, y el sentimiento de culpa y expiación por parte del miembro masculino de la pareja. Con ella no parece ir la cosa: "estaba en estado de shock", es la más que plausible justificación a su conducta. Es más, se nos sugiere una posible atracción sexual entre esta y el joven trabajador.

Tras alguna jornada practicando submarinismo, cenando en el entorno o practicando un sexo anodino y desapasionado, nada parece alterar el ánimo de la pareja, salvo sus propios problemas domésticos.

Todo se cierra, ya digo, poniendo a turistas y víctima en el mismo plano y a la misma mesa, como si nada hubiera ocurrido en los noventa minutos precedentes. ¿Explotación humana? ¿Desinterés por el otro? ¿Banalidad? ¿Inmigración? ¿Hastío?

Cualquiera sabe.

 

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